LA INCLUSIÓN DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN MÉXICO
En México, la
inclusión educativa de las personas con discapacidad ha sido un campo poco
desarrollado, tanto en las políticas públicas como en la investigación
académica. Si bien la primera escuela de educación especial se fundó en los
albores del Estado liberal mexicano, en 1867, durante décadas, los servicios
educativos dirigidos a este colectivo se sustentaron en modelos
médico-rehabilitadores o normalizadores-asistencialistas (Brogna, 2009) que ofrecían
muy pocas posibilidades para su desarrollo personal e inclusión social.
La inclusión es
un tema que poco a poco se ha ido colocando en la agenda de las políticas
públicas en educación superior. Después del acelerado crecimiento de los
sistemas educativos a partir de la segunda mitad del siglo XX (Schofer & Meyer, 2005),
la discusión comienza a centrarse en la cuestión de la equidad y la inclusión
de aquellos colectivos sociales que han estado subrepresentados o excluidos en
forma sistemática de la formación terciaria, como los pobres, las mujeres, las
personas de los pueblos originarios y, más recientemente, las personas con
discapacidad (UNESCO, 2009).
En México, la
inclusión de esta población en la educación terciaria ha sido un proceso largo
y complejo en el cual, al igual que ocurrió con otros sistemas educativos,
intervinieron diversos factores estructurales, como las reformas a la
legislación pública y la incorporación de la perspectiva de inclusión en los
niveles educativos previos, e individuales, como la creciente movilización y
visibilidad que han adquirido las personas con discapacidad.
Incluir a un
estudiante con discapacidad no sólo significa asignarle una matrícula o darle
un espacio donde pueda tomar sus clases, sino poner en marcha una serie de
apoyos y servicios académicos, económicos, materiales, tecnológicos, psicológicos
y de autogestión que le permitan integrarse de manera plena a la vida escolar (Fuller, Bradley & Healey, 2004; Getzel, 2008), situación
para la que muy pocas universidades se encuentran preparadas.
Stainback y
Stainback (1992) definen una escuela inclusiva como aquella que educa a todos
los estudiantes dentro de un único sistema educativo, proporcionándoles
programas educativos apropiados que sean estimulantes y adecuados a sus
capacidades y necesidades, además de cualquier apoyo y ayuda que tanto ellos
como sus profesores puedan necesitar para tener éxito. Pero una escuela
inclusiva va más allá de todo esto, ya que es u n lugar al que todos
pertenecen, donde todos son aceptados y son apoyados por sus compañeros y por
otros miembros de la comunidad escolar para que tengan cubiertas sus
necesidades educativas especiales.
Por lo
consiguiente, esto implica
pasar de una universidad basada en valores de competencia a valores de
cooperación. Uno de los rasgos esenciales de una escuela inclusiva es el
sentido cohesivo de comunidad, la aceptación de las diferencias y la respuesta
a las necesidades individuales. Bajo esta perspectiva de trabajo, los apoyos se
organizan y son recibidos dentro del aula.
Otro aspecto considerado por la educación
inclusiva es que en las escuelas donde los estudiantes, padres y profesores no
establecen amistades, compromisos y lazos entre ellos, es decir, donde hay una
ausencia de comunidad, hay un aumento de problemas con una disminución de
logros. Arnáiz, P. (1996) Esta falta de comunidad es un reflejo de una sociedad
cada vez más urbana, compleja y despersonalizada, es decir, excluyente. Dos líneas
más de la inclusión son el aprovechamiento de los apoyos y recursos naturales
de la comunidad universitaria y la autodeterminación en las personas.
La educación inclusiva pretende unir
esfuerzos, no duplicarlos. Aprovechar los recursos y apoyos naturales que ya
existen para servir a toda comunidad educativa. Estos términos los describimos
a continuación:
Apoyos
naturales
Son los recursos existentes en el lugar
educativo, de trabajo, en la comunidad, en el hogar, que haya sido identificado
por los facilitadores de la inclusión (o por otros), elegido por la persona con
necesidades educativas especiales y programado para ser eficaz. En la inclusión
los recursos y apoyos naturales se vuelven para todos.
Ø Una ventaja de los apoyos naturales es que todos los recursos y esfuerzos de la comunidad universitaria pueden ser usados para asesorar necesidades instructivas, adaptar la instrucción y proporcionar apoyo a los estudiantes.
Ø Son estrategias y recursos que promueven la mejoría e intereses de las personas con discapacidad, facilitando a dichas personas el acceso a la información, recursos y relaciones inherentes a la inclusión, a la educación y a la comunidad, resultando en una educación o empleo valorado y satisfactorio. Se refiere a una red de trabajo individual, de familia, amigos, compañeros, profesores y recursos comunitarios (Nisbet, 1992).
Los apoyos naturales son las instancias y servicios educativos tales como:
· Ámbitos de trabajo
· Cursos de inducción
· Formación
· Dinámicas de grupo
· Compañeros de clase
· Alumnos de servicio social
· Los profesores y su experiencia
· Los organismos estudiantiles,
· Padres de familia,
·
Adecuaciones al
mobiliario e instalaciones que faciliten el trabajo modificaciones a los
procedimientos de trabajo para que éstos puedan ser desempeñados por personas
con discapacidad, entre otros.
La importancia de los recursos y apoyos
naturales en el ámbito universitario, reside en su potencial para favorecer
ambientes inclusivos y su trascendencia para la vida laboral posterior.
Una línea más de la inclusión, tiene que ver
con la
autonomía y toma de decisiones individuales o en un grupo. Estas
acciones tienden a la autodeterminación.
Autodeterminación
Es la realización de elecciones y
toma de decisiones relativas a la calidad de vida de uno mismo, libres de toda
influencia o interferencia externa excesiva. Hablar de autodeterminación es
hablar de derechos, de competencias, de acción, de ética, de responsabilidad,
autoridad, dignidad y libertad.
Se refiere a las capacidades y actitudes
requeridas para que se actúe como el principal agente causal en su propia vida,
en una adecuada interdependencia social.
Concretamente se quiere resaltar la
autodeterminación por parte de las personas con discapacidad en la construcción
conjunta de la universidad incluyente.
Es necesaria y beneficiosa ya que produce
oportunidades, apoyos y recursos; contribuye al mejoramiento y bienestar de
cada miembro de la comunidad universitaria, para que todos tengan un sentido de
pertenencia.
Es indispensable para la formación personal,
el desarrollo de sí mismo mediante la toma de decisiones, la definición del
proyecto de vida, el proyectarla como futuros egresados autónomos, en caso de
estudiantes.
Es una actitud que debe potenciar toda la
comunidad universitaria en la cimentación de una comunidad inclusiva.
La Universidad como impulsora de la mejora de
la calidad de vida de toda la población convoca a personas que se unen para
adquirir, compartir y desarrollar conocimientos. Aquí resulta importante hacer
alusión al documento “Misión de la Universidad en México, como país en
desarrollo” en donde Pablo Latapí (1969) expresa “En cuanto institución que
busca la verdad sobre el hombre, la Universidad debe abocarse a esclarecer esta
verdad en el proceso concreto de humanización que es el desarrollo nacional. El
estudio de este desarrollo en todos sus aspectos – salvaguardando siempre su
perspectiva humanista- debe ser el objeto primario de su docencia e
investigación”.
La Universidad misma, como un espacio plural
que desde sus funciones desarrolla e impulsa los proyectos vinculados a la
problemática de la exclusión y diversidad que se vive en el entorno social y
que promueva acciones encaminadas a fortalecer una universidad más inclusiva.
La universidad incluyente será más eficaz en la medida que:
• utilice como puntos de partida las
prácticas y conocimientos existentes;
• considere las diferencias como
oportunidades, no cómo problemas;
•
examine minuciosamente los obstáculos a la participación de los alumnos;
• haga
un uso eficaz de los recursos disponibles para apoyar el aprendizaje;
•
desarrolle un lenguaje común entre el profesorado, y
• cree unas condiciones que estimulen cierto
grado de asunción de riesgos.
La Universidad enfatiza así el sentido de la
comunidad, para que todos tengan sensación de pertenencia, se sientan
aceptados, apoyen y sean apoyados por sus iguales y otros miembros de la
comunidad, al tiempo que se satisfacen sus necesidades formativas.
La
inclusión no niega la particularidad y singularidad de las personas y grupos
sujetos de acción, más bien puede estimular las relaciones creativas y
comprometidas.
La inclusión contempla a la persona en su
totalidad física y psíquica así como en su interacción social. Construye comunidad, relaciones
compartidas, respeto, responsabilidad y compromiso hacia una sociedad más
justa, equitativa e inclusiva.
La acción para la inclusión reclama el
respeto a la dignidad humana y a las diferencias a la vez que promueve los
derechos de aquellos que son marginados, excluidos o discriminados.
En la
inclusión al valorar la diversidad, se respetan las capacidades de cada alumno
y se considera que cada persona es un miembro valioso que puede desarrollar
distintas habilidades y desempeñar diferentes funciones para apoyar a los
otros. Así, nadie es rechazado, ningún alumno es segregado porque se resalta lo
que tiene de positivo en lugar de etiquetarlo por su dificultad, de esta forma,
la autoestima, el orgullo por los logros, el respeto mutuo, el sentido de
pertenencia a un grupo y la valía personal son valores que están implícitos en
el centro y en cada una de las aulas, fomentándose el sentido de comunidad.
Una auténtica comunidad es un grupo de individuos que han aprendido a comunicarse entre ellos con sinceridad, cuyas relaciones son más profundas que sus apariencias y que han establecido un compromiso s ignificativo para, como según indican ellos: divertirnos juntos, disfrutar con los otros y hacer nuestras las situaciones de los demás (Flynn, 1998).
La educación inclusiva tiene como finalidad
hacer frente a los requerimientos educativos de los miembros de la comunidad
universitaria, a partir de un sistema educativo, que respete la individualidad
y se resuelvan los problemas desde una cultura de colaboración (Arnáiz y Ortiz,
1997).
Conclusión
“Entonces decimos que una universidad
incluyente ve a todos los alumnos como capaces de aprender y animar; y honra
todos los tipos de diversidad. Incrementando la posibilidad de una igualdad de
oportunidades y con ello, la mejora de la calidad educativa.
Una universidad incluyente descansa en una
actitud y en un sistema de valores y creencias. La educación inclusiva se
centra pues en cómo apoyar las cualidades y detectar las necesidades de cada
uno y de todos los estudiantes en la comunidad educativa, para que se sientan
bienvenidos y seguros y alcancen el éxito”.
Fuentes consultadas
http://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/Manual_integracion_educacion_superior_UNUIES.pdf
https://www.redalyc.org/jatsRepo/998/99843455011/html/index.html