lunes, 22 de febrero de 2021

FAMILIA, DISCAPACIDAD Y EDUCACIÓN

 

FAMILIA, DISCAPACIDAD Y EDUCACIÓN

 

La imposibilidad de caminar puede ser el resultado de una lesión clínicamente diagnosticada, pero la incapacidad que una persona con tal lesión experimenta consiste en la inaccesibilidad impuesta por la organización social en que vive. (Morris, 2001 en Edler, s. f.)

 

La educación con enfoque inclusivo, aspira al desarrollo de las escuelas comunes para que todos los estudiantes, no obstante sus diversidades individuales, culturales y sociales ante el aprendizaje puedan acceder a una educación de calidad con equivalentes oportunidades de aprender y participar en el contexto escolar.

Se considera que un estudiante presenta Necesidades Educativas Especiales cuando muestra dificultades mayores que las del resto de sus compañeros para acceder a los aprendizajes que le corresponden de acuerdo a su edad o curso y requiere para compensar dichas dificultades, apoyos extraordinarios y especializados, que de no proporcionárseles limitan sus oportunidades de aprendizaje y desarrollo.

Las NEE surgen de la interacción entre las dificultades que presenta el estudiante y las condiciones (barreras) del contexto escolar, familiar y social en que vive, cuando éstos interponen barreras o no han desarrollado las capacidades y estrategias suficientes para responder a sus necesidades educativas.

La educación especial es reconocida en la Ley General de Educación como una modalidad educativa que desarrolla su acción en los distintos niveles del sistema escolar: en la educación de párvulos, básica, media, adultos; en escuelas especiales; y en escuelas y aulas hospitalarias.

Esta modalidad actúa a través de un conjunto de servicios, recursos humanos y técnicos, conocimientos y ayudas especializadas para favorecer la participación y progreso en los aprendizajes de los alumnos y alumnas que presentan Necesidades Educativas Especiales (NEE).

El enfoque de la educación especial es inclusivo, privilegia que los estudiantes que presentan NEE puedan aprender y participar con otros niños, niñas y jóvenes de su edad en el contexto de los establecimientos de enseñanza común, con los apoyos que requieran.

 

Frecuentemente es necesario establecer un nuevo contrato entre familia y escuela para reproducir una situación en la que la escuela debe potenciar la implicación, los docentes mantener su derecho a ejercer libremente y los progenitores defender sus intereses y los de sus hijos. Garreta y Llevot (2005), en Garay (2013)

 

Los escenarios familia y escuela son objeto de análisis central en este estudio, es importante incursionar de manera concreta tanto en su caracterización como su articulación, sin perder de vista que los aspectos abordados apuntan a la articulación del trabajo con familia desde el ámbito escolar para potenciar procesos educativos de personas con discapacidad.

La familia y la escuela, dos escenarios fundamentales en los que se desarrollan la gran mayoría de nuestros niños, niñas y jóvenes, han sido instituciones históricamente constituidas con el fin de responder a las necesidades y demandas sociales. Aunque poseen características exclusivas y definitorias que las convierten en dos contextos claramente diferenciados, también comparten funciones en común: garantizar la formación, orientación, socialización y acercamiento al conocimiento de normas y convenciones estructurales de la sociedad; esto hace que desde el origen de la escuela siempre haya existido un necesario vínculo de interdependencia con la familia.

 

En la actualidad, la familia y la escuela se hallan en un periodo nuevo de su historia, caracterizadas por cambios profundos y acelerados que no se deben al azar. Tradicionalmente a la familia y la escuela se les ha asignado la función de ser transmisoras de los conocimientos que los individuos jóvenes necesitan para la vida futura así como de la socialización de normas y valores (Torío, 2004, p. 39).

 

La familia es la primera instancia de socialización, parte importante de su papel en este proceso radica en la forma de potenciar en la infancia y la adolescencia las capacidades de acción, interacción e intercambio, así como la generación de habilidades para la vida y el sentido de responsabilidad social. La escuela, por su parte, es el segundo espacio fundamental para potenciar este desarrollo; los objetivos formativos de las instituciones educativas se centran fundamentalmente en el fomento de procesos de enseñanza y aprendizaje a partir de experiencias orientadas y prácticas de socialización que resultan determinantes en la configuración de la identidad y la personalidad, la formación de valores y el desarrollo de las habilidades sociales.

 

Retomando las palabras de Blanco (1999), citado por Giraldo (2012),

La escuela tiene como finalidad fundamental promover de forma intencional el desarrollo de ciertas capacidades y la apropiación de determinados contenidos de la cultura, necesarios para que los estudiantes puedan ser miembros activos en su marco sociocultural de referencia. Para conseguir la finalidad señalada, la escuela ha de conseguir el difícil equilibrio de ofrecer una respuesta educativa, a la vez comprensiva y diversificada, proporcionando una cultura común a todos los estudiantes, con el fin de evitar la discriminación y desigualdad de oportunidades, y respetando al mismo tiempo sus características y necesidades individuales (p. 9).

 

La discapacidad históricamente y de diferentes modos, se ha constituido en un estigma que ha diferenciado y diferencia negativamente a unos individuos de otros y los pone en situación de desventaja. No es solo que no puedan hacer por sí mismos, sino que la sociedad determina (considera, piensa, cree) que no pueden por lo que muchas veces ésta los obstaculiza o desfavorece. Pantano (s. f.), en Brogna (2009, p. 77)

 

Estilos relacionales establecidos en el contexto escolar tomando como base la visión que se tiene sobre discapacidad

Las visiones y concepciones sobre discapacidad identificadas en los contextos escolares, permean las interacciones y relaciones que se establecen en los procesos educativos, determinando en gran medida la visión de adulto-niño (docente-estudiante), las prácticas y las pautas que se establecen en las dinámicas escolares y que finalmente impactan el proyecto de vida personal y escolar. “Un clima escolar basado en relaciones de aceptación, respeto y valoración de las diferencias entre profesores, alumnos y padres, es una condición necesaria para alcanzar el objetivo de una educación inclusiva que integra la diversidad” (Unesco, 2003, p. 75).

Si bien, la noción de estilo educativo se retoma desde el contexto de crianza, siendo definidos los estilos educativos parentales como:

 

Esquemas prácticos que reducen las múltiples y minuciosas prácticas educativas paternas a unas pocas dimensiones, que, cruzadas entre sí en diferentes combinaciones, dan lugar a diversos tipos habituales de educación familiar (Coloma, 1993, en Torío, Peña y Rodríguez, 2008, p. 156).

 

De acuerdo con Musito y Cava (2001), la escuela como agente de socialización influye también en la formación, generando en su interior esquemas prácticos y relacionales que determinan formas de interacción “los distintos educadores utilizarán, además, estilos de socialización de tipo autoritario, permisivo o autorizativo, valorarán más la competitividad o la cooperación en el aula, y favorecerán en mayor o menor medida la interacción entre los alumnos” (p. 13).

 

Una oportunidad para la proyección de líneas de acción

Es importante plantear una primera línea de acción denominada: creencias, concepciones y visiones sobre discapacidad para el trabajo en el sistema educativo en general y, en particular, con cada uno de los agentes encargados de la prestación del servicio educativo a niños, niñas y jóvenes con discapacidad, con el ánimo de promover una cultura del respeto a la diferencia, del reconocimiento de la diversidad y del potencial que se encuentra en la exploración de la habilidad al descentrar la actuación del déficit.

Desde esta línea se propone aunar esfuerzos y generar estrategias encaminadas al cambio de concepción, visión y representación social de la discapacidad, de tal forma que impacte el sistema de creencias de la sociedad civil y de la institución educativa en general, con el fin de promover la aceptación de la diferencia y el reconocimiento de la diversidad como riqueza en la construcción de sociedad y en el proyecto de vida escolar con proyección hacia la formación en y para la vida.

Para esto, es importante que tanto la institución como los agentes educativos, centren su mirada en el reconocimiento de las potencialidades, habilidades, necesidades y requerimientos particulares del niño, niña o joven, potenciando el desarrollo de su subjetividad.

Se propone entonces:

·         Reconocer las creencias, concepciones y visiones sobre la discapacidad que hay en la institución y su articulación con patrones culturales y representaciones sociales, para tener un panorama estructural de las implicaciones en las pautas, creencias y prácticas establecidas en los procesos de escolarización.

·         Promover una cultura de cambio frente a la concepción y visión de discapacidad, llevando a la comunidad educativa a la comprensión de ésta como un proceso humano que resulta de la relación entre las particularidades, necesidades y requerimientos de una persona y las barreras que le impone su entorno. En este sentido, se propone potenciar a los docentes para que examinen sus propias prácticas en forma crítica, a la luz de un conocimiento detallado de las necesidades de los estudiantes. De igual forma, es importante brindar herramientas para generar una cultura de inclusión promoviendo valores inclusivos: respeto a la diferencia, independencia, autonomía, cooperación, solidaridad, entre otros.

·          Generar las estrategias que se requieran a nivel organizativo, curricular y profesional. En este sentido es primordial que la transformación de las prácticas docentes ocurran en el contexto de cambios más amplios en la gestión y organización curricular (flexibilización, diversificación, diseño de ambientes), de manera que el cambio educativo se apoye en estos factores como parte integral de otras iniciativas internas y externas de la escuela.

·         Promover en la institución que tanto docentes como otros profesionales que intervienen en los procesos escolares de personas con discapacidad, reflexionen frente a las diferencias individuales y la identificación de diversidad de estilos y ritmos de aprendizaje y participación (necesidades, características y expectativas), fortaleciendo el desarrollo de estrategias y actitudes que permitan potenciar las habilidades de todos, por medio de la planeación y estructuración de currículos y didácticas flexibles.

 

·          Siendo la meta el reconocimiento de la persona con discapacidad como miembro activo en la construcción de sociedad desde su subjetividad, es fundamental que dicho reconocimiento parta de la interacción con el contexto familiar, teniendo en cuenta que éste desempeña un papel fundamental para su desarrollo y el reconocimiento de sus habilidades, intereses y potencialidades.

 

 

Conclusión

Por eso tener una escuela de calidad, es aquella que incluye y responde a las necesidades educativas de todos los estudiantes, reconociendo y valorando sus diferencias, al mismo tiempo que va desarrollando las competencias, habilidades y talentos de cada uno(a).

Además de que tiene muy en cuenta que la familia es uno de los principales recursos de apoyo para lograr progresos en los aprendizajes de los estudiantes, y por tanto la invita a participar e involucrarse en la toma de decisiones educativas respecto de sus hijos e hijas, construyendo con ella una relación positiva y de colaboración.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Manjarrés Carrizales, Dora. Familia, discapacidad y educación: anotaciones para comprender y reflexionar en torno a propuestas de interacción desde la institución educativa / Dora Manjarrés Carrizales, Elvia Yanneth León González, Andrés Gaitán Luque. – 1a ed. – Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, CIUP, 2015. 240 p.: il

Aída Guzmán Cifuentes. GUIA N° 4. ESCUELA, FAMILIA Y NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES. Santiago de Chile, MINEDUC, 2012. ISBN 978-956-292-358-3. Todos los derechos reservados.

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